Los escenarios protagonizados y recreados para el turismo, crean espacios de confrontaciones narrativas entre los grupos sociales representados, y disputas entre quienes desean asumir el control de la representación: locales, foráneos, expertos, aficionados, políticos y religiosos, entre otros. Por otra parte, probablemente sean los museos y el turismo las instituciones tradicionales en las que mejor se condensan ciertos ideales occidentales con respecto al patrimonio, la identidad y la memoria. En efecto, los sitios turísticos y la exhibición de colecciones tanto permanentes como temporales, corresponden a la escenificación de discursos políticos y culturales que contribuyen a naturalizar y perpetuar saberes y conceptos estéticos e ideológicos. Así, nociones tergiversadas de lo que es auténtico y de lo que es valioso legitiman por sí solas un ideal nostálgico del pasado.
Esta línea reflexiona sobre cómo el universo del patrimonio cultural, de los museos y del turismo son espacios tremendamente politizados que podrían abrirse a las voces de las comunidades y los públicos, para generar propuestas alternativas desde sus propias significaciones.